Resonancia y Transmisión: El lenguaje vibracional de nuestra naturaleza multidimensional
Sabine explora el Continuum como una investigación sobre la resonancia como lenguaje del sistema fluido.
Julio de 2019
Como humanos, dominamos el lenguaje de la resonancia, el lenguaje del sistema de fluidos. Desde nuestros comienzos, la resonancia es la canción de la vida que hace la vida, el plano vibracional de la arquitectura de nuestra forma. Como fetos, estamos influenciados por la resonancia de nuestra madre, nuestro portal a este planeta, este tiempo y lugar. Dentro del vientre materno, nuestras células zumban y giran, haciendo girar nuestros fluidos, dando forma a nuestros órganos y huesos, llevando nuestro ADN a sus expresiones únicas.
La resonancia es un lenguaje energético, un lenguaje molecular basado en el movimiento que llamamos vibración. Hablamos de resonancia a través de todo nuestro ser; es a través de la resonancia que comunicamos nuestra voluntad de compromiso, nuestra receptividad, la verdad de nuestro paisaje emocional. La resonancia habla directamente a nuestra intuición y a nuestra capacidad para percibir a los demás, así como a nuestro entorno.
La transmisión se produce como resultado de ser organismos resonantes. Transmitimos nuestra vibración particular (frecuencia), y ésta es sentida por otras personas y por nuestro entorno. Todo lo que es un sistema basado en fluidos o agua es un organismo resonante y está constantemente transmitiendo y recibiendo frecuencias.
Cuanto más presentes estemos, más potente será la transmisión. La esencia de lo que transmitimos es el amor que somos. Es esta carga fotónica transportada en lo más profundo de la danza molecular dentro de nuestras células la que enciende nuestra imaginación, enciende nuestra voluntad y engendra resiliencia. La complejidad inherente a cada molécula, cada célula y cada individuo, garantiza una transmisión única de cada uno de nosotros.
Continuum se basa en la investigación de este vasto ser resonante que somos, individual y colectivamente. Al practicar, aprendemos a modular nuestra propia vibración, cultivando el virtuosismo, la autorregulación, la presencia y la empatía. Al activar y llevar nuestra atención al sistema fluido, nos convertimos en transmisores más fuertes y claros de nuestra propia canción singular de Amor y Verdad.