El Movimiento Somos: Continuum Nos invita a volver al mar
El movimiento es vida. El movimiento es lo que somos, no lo que hacemos. Sabine Mead explora el vasto repertorio del movimiento desde lo macro a lo micro y más allá... hasta lo cósmico.
Enero, 2019
El movimiento, lenguaje universal, confiere a todas las formas de vida capacidad de animación, deambulación, expresión y regeneración. El movimiento es vida. Siempre estamos en movimiento, desde los procesos de respiración, circulación y actividad de las ondas cerebrales hasta la danza subcelular de mitocondrias y orgánulos. Más sutil aún es la vibración de protones, electrones y neutrones en el nivel molecular de nuestro ser. Todo en nuestro entorno interno y externo está en perpetuo movimiento, zumbando constantemente.
A mayor escala, los humanos tendemos a considerar el movimiento como algo totalmente funcional: una forma de ir de un sitio a otro. A medida que nuestra cultura se ha ido tecnificando, también se ha vuelto más sedentaria. Los movimientos tienden a limitarse a la funcionalidad de las tareas mundanas, incluido el ejercicio. Hemos restringido nuestro movimiento a expresiones mecanicistas repetitivas vacías de placer y carentes de nutrición neuronal, y hemos impuesto nuestro pensamiento lineal a un organismo que es un proceso planetario en evolución que se origina en el mar. Le decimos a nuestro cuerpo cómo moverse, limitando su inteligencia multidireccional a una expresión simplista y fragmentada. Movernos como máquinas en secuencias repetitivas mata literalmente de hambre nuestra inteligencia biológica y erosiona la longevidad del organismo.
Vivimos en una cultura privada del movimiento ondulatorio de las olas. Nos hemos disociado tanto de nosotros mismos como expresión de la Naturaleza que negamos nuestra herencia biológica del propio océano. Los fluidos de nuestro ser contienen la esencia de nuestra resonancia, nuestra relacionabilidad, si se quiere. Es el Mar de nosotros que reconoce y anhela conectar con el Mar de otro ser, con todas las formas manifiestas de la Naturaleza. Cuando nos permitimos ondular, pulsar y ondular con el movimiento de las olas, aumentamos nuestra capacidad de sentirnos vivos. Mejoramos nuestra salud, creatividad y capacidad de experimentar placer. Al descongelar los lugares de nuestro ser que se han entumecido por el movimiento habitual y automático, volvemos a entrar en nuestra conciencia sensorial primigenia, saliendo del aislamiento hacia una nueva experiencia de totalidad.
Cómo nos movemos es cómo pensamos. Cómo nos movemos es una gestalt de nuestro ser. Ampliar nuestro repertorio para incluir todos los potenciales fluidos, para incluir rangos de movimiento que son lentos y sutiles, invita a nuestra conciencia a vastos paisajes de posibilidades. Sanamos la ilusión de separación, invocando la alegría inherente en el océano de nuestras células, abriendo nuestros corazones a mayores territorios de amor.